Opinión
 
 

Sobre el fomento de la amistad en los espacios laborales

Aristóteles definió al humano como un animal social, pues estamos diseñados a vivir en grupos sin importar el tamaño, ya sea pequeño como en las familias, o ya sea grande, como parte de una sociedad. Durante nuestra historia, hemos necesitado formar parte de comunidades para impulsar nuestro desarrollo.

Llevemos este concepto a nuestro ámbito laboral, en donde pasamos el 40% de nuestro tiempo de la semana, y en donde tenemos una más alta probabilidad de generar lazos amicales con otras personas. No obstante, a pesar de que muchas empresas identifican el capital humano como una de las piezas más importantes, la mayor parte espera que sus trabajadores separen su vida personal al entrar al trabajo.

Según Gallup, quien realiza la encuesta anual (*) más grande de recursos humanos a las empresas a nivel mundial, esto podría tener un efecto contraproducente, pues contar con relaciones fuertes y amistades con las cuales contar cuando tenemos problemas en nuestra vida personal o laboral, podría producir un impacto significativo en la rentabilidad, la sensación de seguridad y, por tanto, en el compromiso y retención laboral. Estos resultados fueron corroborados durante la pandemia, donde las amistades laborales cumplieron el rol de conectores sociales, soporte emocional y colaboración durante épocas donde el aislamiento social y el contacto se redujeron considerablemente.

Por tanto, recomiendo a las empresas establecer sistemas que impulsen las relaciones amicales en el trabajo. Para poder impulsar estas interacciones, se deben de crear oportunidades para exponer las personas a comunicarse, a utilizar menos los mensajes instantáneos o correos y más la comunicación en persona. Para promover esto, podemos implementar un día en el que todos estén presentes físicamente en el trabajo, o roles rotativos para que las personas interactúen con colegas de otros departamentos, o crear eventos de team-building para que las personas puedan interactuar en ambientes fuera del trabajo.

No podemos ignorar la naturaleza humana, por lo que ignorar el poder de la amistad en el trabajo es un costo que las empresas no deberían desperdiciar.

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