El tiempo es un recurso irrecuperable y, además, limitado, por lo que cada persona enfrenta el reto de utilizarlo de la mejor forma posible en su vida.
En este sentido, los estudios del uso del tiempo y sus diferencias entre hombres y mujeres son muy relevantes. Avolio, Del Carpio, Fajardo, Del Río & Chávez (2021) , en el informe titulado: “Gestión y Distribución del Tiempo de las Mujeres y Hombres en el Perú”, analizan la distribución del tiempo tomando en cuenta las actividades productivas remuneradas (APR), que están vinculadas con trabajo remunerado dentro del mercado; las actividades productivas no remuneradas (APNR), que involucran las actividades domésticas, las actividades de cuidados y los voluntariados y; las actividades personales (AP), que abarca la educación, los tiempos de socialización y el tiempo para satisfacer las necesidades vitales.
Los resultados muestran que las mujeres reportan mayor cantidad de horas de trabajo total (83.4h por semana) que los hombres (74.31h por semana). En cuanto a las APR, los hombres dedican en promedio 57.9h por semana y las mujeres, 49.8h. Pero si miramos las APNR, las mujeres duplican el número de horas de los hombres (33.6h versus 16.3h). Además, se observa que estas brechas son mayores en los niveles socioeconómicos más bajos. De igual forma, en las mujeres jóvenes (entre 18 y 29 años) se observan cargas de trabajo totales mayores que en los hombres jóvenes. En este grupo, las mujeres realizan 51.1h de TPR mientras que los hombres, 52.h. En cuanto al TPNR, las mujeres duplican el trabajo de los hombres (35.3h versus 14.6h); y en cuanto a AP, las mujeres realizan 78.5h versus 74h. Finalmente, las mujeres que son madres aumentan notoriamente el tiempo destinado a las APNR, mientras que los padres no muestran un aumento de tiempo significativo en estas actividades.
Frente a estos datos, la necesidad de enfrentar el desigual reparto de tiempo del trabajo remunerado y del trabajo no remunerado entre hombres y mujeres se hace imprescindible para mejorar la calidad de vida de las familias y avanzar en el desarrollo económico y social.
Estos resultados nos muestran que el mayor peso las actividades domésticas y de cuidado dentro de los hogares continúa recayendo en la mujer, lo cual revela que aún se perpetúan los roles de género tradicionales y se mantiene un desigual e injusto reparto de actividades dentro de muchas familias. Esto puede tener importantes consecuencias en las oportunidades educativas y profesionales de las mujeres (tanto de inserción, permanencia y crecimiento) puesto que disponen de menos tiempo, generando una precarización de la autonomía económica femenina.
Lo que llama más la atención en los resultados es la situación de las mujeres jóvenes, sobre las que esperaríamos cambios importantes en la distribución tradicional de las actividades domésticas. Sin embargo, los resultados indican que su situación es aún más complicada que las generaciones previas puesto que trabajan en actividades remuneradas tanto como los hombres, pero duplican las horas de las actividades domésticas (APNR) y, además, realizan más actividades personales que los hombres jóvenes. En este sentido, cargan con mucho más trabajo total que las anteriores generaciones. También, el conflicto entre la vida familiar y laboral que viven las mujeres casadas y las que tienen hijos, es uno de los problemas actuales más preocupantes, debido a que el progresivo ingreso de la mujer al mercado de trabajo no ha sido proporcional a la incorporación del hombre dentro de las actividades del hogar. Ello puede producir un desgaste físico y emocional en las mujeres.
Frente a estos datos, la necesidad de enfrentar el desigual reparto de tiempo del trabajo remunerado y del trabajo no remunerado entre hombres y mujeres se hace imprescindible para mejorar la calidad de vida de las familias y avanzar en el desarrollo económico y social.
Artículo publicado en la Revista Stakeholders
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