El calentamiento global es sin duda el mayor indicador del daño que le hacemos a la madre Tierra.
El pasado sábado 26 de marzo hemos vuelto a conmemorar La hora del planeta. Una hora en la cual de manera simbólica se le ayuda al planeta a dar un respiro, por eso apagamos las luces de nuestros hogares y desconectamos todos los artefactos, pero también los países de todo el mundo se unen apagando las luces de los principales recintos culturales y arquitectónicos para hacer un llamado a la población mundial a pensar en la importancia de nuestra gran “casa común” como le denominada el Papa Francisco al planeta Tierra.
“El planeta Tierra o nuestra “Casa Común” necesita del compromiso de todos los ciudadanos a nivel mundial para poder hacer frente a su eminente deterioro por la propia sobrevivencia de los seres humanos”.
La hora del planeta es sólo un día y una hora del año. Pero preguntémonos qué hacemos los otros 364 días del año. De qué manera estamos contribuyendo en esta política pública de cuidar el medio ambiente. Recordemos que esta labor no solo está en manos del sector público o de las autoridades. Todos estamos llamados a ahorrar los recursos naturales, en pequeña escala en nuestras casas, pero también a mediana escala en nuestras empresas y organizaciones. El cuidado y conservación del medio ambiente está en nuestras manos, como ciudadanos y habitantes que somos del planeta Tierra. No necesitamos de leyes para hacer una fuerza común sobre un tema que nos compete a todos y nos compromete a cada uno. Todos estamos llamados a desarrollar acciones, desde las más mínimas, para cuidar el agua, ahorrar la energía eléctrica, reducir el consumo del papel, no utilizar botellas de plástico y reducir al máximo el consumo de bolsas y empaques que solo contaminan el medio ambiente.
Las empresas por su parte pueden desarrollar estudios de huella de carbono para conocer su nivel de impacto ambiental y de esta manera desarrollar programas de cuidado ambiental que involucren acciones en toda su cadena de valor. A esto le llamamos prácticas social y medioambientalmente sostenibles. Ese es el camino que necesitamos construir para garantizar efectivamente un mundo sostenible.
El calentamiento global es sin duda el mayor indicador del daño que le hacemos a la madre Tierra. El ambientalista Nacho Dean ha descrito que conforme pasan los años la sobrecapacidad de la Tierra cada vez es más pronunciada. Es decir, consumimos más de lo que podemos gastar a nivel de recursos. Vivimos como si tuviéramos más de una Tierra. A la fecha la sobre capacidad de la Tierra se encuentra en el mes de julio y cada año que pasa vamos empeorando. Es decir, nos gastamos los recursos en el mes de julio de cada año y esto definitivamente no es sostenible.
Quizá ideas como la del magnate Jeff Bezos, fundador de Amazon, en su libro Crea y Divaga, de construir satélites alrededor de la Tierra sean la solución poder dar vivienda a millones de personas que se esperan tendremos en el 2050; lo cual sumando al desgaste en el cual hoy vive nuestro planeta sean la única salida. Una solución bastante millonaria y aún no segura. Queda claro sí, que ni las más insólitas tecnologías ni innovadoras construcciones podrán ser tan eficientes y perfectas como el equilibrio maravilloso en el cual habitamos seres humanos y animales en nuestro planeta Tierra. Por tanto, está en nuestras manos ser más responsables en cada uno de nuestros pequeños actos cotidianos.
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