Las relaciones comerciales no son el único punto que está atravesando un cambio. La crisis del suministro de petróleo y su incremento en el precio del combustible han implicado un impacto también en la economía familiar.
A veces es difícil imaginar hasta qué punto se encuentran interrelacionados los países y el grado de importancia de sus relaciones comerciales. Pero nos basta ver cómo las plantas de ensamblaje de automóviles en Alemania o Austria apenas están operando para darnos cuenta de que la invasión rusa en Ucrania traerá cambios en el statu quo que se estaba alcanzando tras la pandemia.
“Una crisis local ya no es lejana”.
Como suele ocurrir, la crisis mundial acelerará los cambios que ya se venían produciendo. Además, el conflicto nos ha demostrado nuevamente los riesgos de hacer negocios con países gobernados por líderes autoritarios. Y en esta situación de una guerra aparentemente local pero que afecta a Europa, salta a la luz que la industria automotriz alemana depende en gran medida del comercio con China. Ello llevará a las empresas a replantearse el estado de sus relaciones comerciales y el riesgo al que están expuestas al operar en otros países.
Las relaciones comerciales no son el único punto que está atravesando un cambio. La crisis del suministro de petróleo y su incremento en el precio del combustible han implicado un impacto también en la economía familiar. Esperaríamos que la atención se centrara en los autos eléctricos como alternativa por su rendimiento eficiente, menores emisiones o por su alimentación eléctrica; sin embargo, los precios siguen siendo muy elevados. Entonces, ¿es el incremento en los precios del combustible una señal de que la demanda por los autos eléctricos incrementará e impulsará su desarrollo?
No necesariamente, pues para la producción de las baterías de los autos eléctricos se requieren tanto níquel como aluminio, de los cuales Rusia es uno de los principales proveedores, lo cual impediría que los precios de los vehículos eléctricos disminuyeran. Por tanto, la dirección opuesta de estas fuerzas llevaría a que su adopción se siga prolongando lentamente. La crisis del petróleo nos invita a reflexionar sobre la necesidad de alternativas; no obstante, mientras los costos de estas no bajen, los autos eléctricos siguen siendo una realidad distante.
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