El tránsito a la Economía Circular(EG) como modelo económico, no solo es funcional para resolver una necesidad medioambiental, sino también se constituirá como una oportunidad en el contexto de crisis existente en el manejo suministro de materias primas.
Por lo general la coyuntura gana espacios en la discusión pública respecto a otros también importantes asuntos con implicancias económicas, que muchas veces son diferidos o que en todo caso se hacen visibles solamente cuando ocurren eventos adversos, como la preservación medioambiental.
“Hay aspectos del cuidado medio ambiental que son intervenciones más con carácter reactivo que proactivo, como es el caso de la Economía Circular”.
Eso se hizo evidente con el derrame de petróleo en el mar en la zona de Ventanilla tres semanas atrás, cuyas afectaciones económicas adversas son diversas sobre la flora y fauna marina, la cadena alimentaria, la actividad económica de pescadores, maricultores, y también sobre comerciantes y restaurantes vinculadas de la zona etc., siendo por estacionalidad, el efecto económico incrementado.
Al margen de este adverso evento, hay aspectos del cuidado medio ambiental que, a diferencia de lo antes referido, son intervenciones, más con carácter reactivo que proactivo, como es el caso de la Economía Circular. Veamos con más detalle este asunto.
Antes que nada, ¿Cuál es la definición de medio ambiente?
Respondiendo a la pregunta, es el espacio en el que se desarrolla la vida de los distintos organismos favoreciendo su interacción; en él se encuentran tanto seres vivos, como elementos sin vida y otros creados por la acción humana. Más detalladamente, en cuanto a los primeros, agrupados bajo el concepto de factores bióticos, forman parte de estos en adición a las personas y el resto de animales, toda la flora del planeta.
En cuanto a los elementos sin vida, denominados como factores abióticos, fundamentales para la subsistencia de los organismos vivos, se constituyen como el espacio físico del ambiente, siendo los componentes básicos del ecosistema, el suelo, aire y agua. En cuanto a los elementos creados por las personas, tenemos a la cultura, o al desarrollo urbano, por ejemplo.
Dada la descripción anterior, desde una perspectiva económica, el medio ambiente resulta siendo, como una suerte de dotación de activos fijos que tienen los países, siendo lo fundamental preservarlos y ponerlos en valor también.
El caso es que una tendencia aún predominante en países como el nuestro, es continuar con la maximización en la extracción de materias primas, con los costos ambientales que supone, no existiendo mucha iniciativa en reaprovechar los materiales ya en circulación, como propone el modelo económico conocido como Economía Circular. En el caso nuestro la transición a dicho modelo es casi inexistente.
A escala global, el porcentaje de circularidad fue del 8,6% en el 2020, cuando dos años antes era del 9,1%, según el Circularity Gap Report 2020. En el caso de países como Perú no llegamos ni a la quinta parte de estos estándares.
Debe señalarse que el tránsito a la Economía Circular(EG) como modelo económico, no solo es funcional para resolver una necesidad medioambiental, sino también se constituiría como una oportunidad, en el contexto de crisis existente en el manejo suministro de materias primas. Cada vez habrá menos materias primas y sus precios será más elevados, aumentándose, la velocidad de desarrollo tecnológico de nuevos materiales.
Adicionalmente debo indicar que, con la implementación de la Economía Circular, se generan nuevas áreas de negocio, más empleo, además de darse una mayor probabilidad de progresos en eficiencia a empresas y países y proporcionará una mejor imagen de marca a quien la adopte.
Finalmente reconociendo tener la necesidad como país, que la gente reconozca que estos asuntos medioambientales son fundamentales no sólo en términos de determinar hoy nuestra capacidad productiva del país. Sino y sobre todo elevar nuestra capacidad de producción en el futuro.
Artículo publicado en Diario Gestión
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