En el caso que el BRICS u otra moneda reemplace al dólar, los efectos a corto plazo para sus economías serían la de estabilizar su crecimiento.
Cuando el dólar se apreció el año pasado, causando inflación en los países emergentes, resultó evidente la relación monetaria que tienen estas economías con la de Estados Unidos. Esta situación ganó más atención cuando Rusia invadió Ucrania y la economía americana impuso sanciones sobre la moneda rusa, bloqueando los flujos hacia Rusia. En ese momento se generó un debate sobre la dependencia del dólar y sobre las alternativas al dólar estadounidense.
En estos días, un oficial del Gobierno Ruso declaró que las naciones BRICS – compuesto por los países emergentes: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica – estaban trabajando y discutirían en su próximo summit la creación de una moneda en común. Por un lado, tenemos a Rusia que busca aliarse con China para oponerse a EE.UU., pero inclusive Brasil ha expresado la posibilidad de impulsar esta iniciativa. Esto podría llevar a un proceso de desdolarización al reemplazar el dólar como la moneda utilizada para adquirir commodities como el petróleo. ¿Qué tan factible es esto?
Empecemos por las diferencias entre los países del BRICS, quienes no comparten la política monetaria, el mismo nivel de apertura al comercio y tienen tasas de crecimiento distintas. Entre estas economías, tanto la economía rusa, como la sudafricana o la brasileña han tenido crecimientos bastante bajos en los últimos años debido a que los precios de los commodities de los cuáles dependen se han mantenido a la baja. Del grupo, según cifras del FMI, solo China representaría el 73% de la economía grupal. Por lo que de crearse una moneda BRICS, estaría mayormente representada por el renminbi y por la rupia india.
Pero en el caso que el BRICS u otra moneda reemplace al dólar, los efectos a corto plazo que esto implicaría para las economías BRICS sería la de estabilizar su crecimiento, pues aumentaría el atractivo de la inversión extranjera directa y del comercio en el bloque. Para las demás economías en el mundo, esto podría implicar un proceso de desdolarización que bien podría reforzar el comercio, al mismo tiempo que resultaría beneficioso para cubrirse ante la incertidumbre macroeconómica y reducir la dependencia de las decisiones de una sola entidad como la Reserva Federal.
Artículo recuperado de Diario Gestión